octubre 2, 2024

De Bosman a las Redes Sociales: La lucha por la legalidad en el Mundo Digital

Filed under: Uncategorized — legisconsulting @ 09:47

Al entrar en Internet o Redes Sociales, ¿estamos entrando en un mundo sin reglas o con reglas específicas dictadas en la República Virtual del ‘Valley’

Allá por mediados de los 90, a un jugador belga que pasará a la historia del fútbol por algo que no era jugar al fútbol, Jean Marc Bosman.

No sé nada de fútbol, pero Jean Marc no debía ser tan bueno jugando porque su equipo, el Lieja (Bélgica), en 1990 le bajó el sueldo en un 60%. Ante esta situación el bueno de Jean Marc buscó otro equipo donde jugar a escasos 250km, en el equipo de segunda división de Dunkerque (Francia). Pero dadas las normas de la federación belga de la época y de la UEFA, le denegaron el traspaso con exigencias desproporcionadas.

Ante esta situación, Jean Marc hizo lo que no se le había ocurrido −o atrevido− a hacer nadie nunca: acudir a los tribunales ordinarios a exigir que las leyes de los simples mortales se aplicaran también al mundo del fútbol.  

La federación belga de fútbol, en base a sus normativas convalidadas por UEFA y FIFA, denegaba la aplicación de la libertad comunitaria de la libre circulación de trabajadores bajo el peculiar argumento de que al estar la sede los órganos rectores del fútbol (UEFA en concreto), en Suiza y al ser Suiza un país extracomunitario, estos organismos no estaban sujetos a la normativa europea.

¿Se imaginan por ejemplo a Coca Cola afirmando que no tiene que cumplir las normas de etiquetado o sanidad de la UE porque tienen la sede en Atlanta (EEUU)?, una estupidez. Pero es en esencia lo que están haciendo a día de hoy las redes sociales.

Todo culminó en el llamado Caso Bosman en el que, el 15 de diciembre de 1995, el TJUE dictó sentencia en la cual declaraba ilegales las indemnizaciones por traspaso y los cupos de extranjeros cuando se aplicaran a ciudadanos de la Unión Europea (UE) entendiendo que tales reglas impedían de facto la libre contratación de jugadores y contradecían normas laborales y comerciales de la Unión Europea. Y aunque a nivel personal a nuestro héroe Jean Mark no le fue nada bien, sí cambió el mundo del fútbol y, sobre todo, la forma en que entendemos la aplicación de las normas según a quien se apliquen.

Espíritu de libertad

Hace una semanas, un magistrado de Brasil ordenó cerrar la red social X porque tras varios requerimientos, X seguía incumpliendo la normativa brasileña. ¡¡¡QUE ESCÁNDALO!!! (léase como sarcasmo, por favor)  

El ‘escándalo’ viene de la propia concepción originaria del mundo de los grandes operadores de Internet y cómo sus fundadores ven su ‘República’.

La ‘República’ nace con el ideario de ser un espacio de absoluta libertad en que todo el mundo, desde su propia casa puede, sin cortapisa alguna y desde la comodidad de su hogar, el asiento del metro o desde la pizzería, compartir cualquier idea, información, teoría o lo que quiera con todo el universo y más allá. Y todo ello poniendo en el centro la libertad de expresión sin cortapisas, como han manifestado reiteradamente los máximos responsables de las mayores empresas del sector.

Con esta filosofía de absoluta libertad nacen RRSS (Facebook, Twitter, Youtube, etc), agregadores de noticias donde cualquiera puede colgar/comentar/inventar las noticias (Reddit, Meneame, etc), o simples ‘tablones’ o foros en que cualquiera de forma anónima puede colgar lo que quiera sin límites (4chan o el desaparecido 8chan entre otros), o buscadores como Google.

Suena bien. Lo cierto es que, en principio, cualquiera lo suscribiría, pero el sustrato que subyace y las consecuencias son algo distinto.

Espíritu empresarial

El objetivo de todos esos operadores, como afirman, es la búsqueda de la libertad, pero sobre todo y como cualquier otra empresa, ganar dinero. Y el dinero en la República se gana con usuarios, con visitas, con clicks, con información y con publicidad. Y a más visitas, clicks y permanencia en la página, más beneficios.

Todas esas páginas funcionan y han funcionado siempre con algoritmos. Y saben desde hace mucho tiempo que determinados contenidos atraen a más usuarios y hacen que esos usuarios permanezcan más tiempo conectados. Y esos contenidos no son siempre los más fiables ni ‘edificantes’.

De esa combinación de libertad absoluta y búsqueda de beneficios han surgido temas que han derivado en consecuencias extra-virtuales peligrosas en el mundo real. Y sirvan como simples  ejemplos el Pizzagate (los líderes del partido demócrata y de ciertos gigantes tecnológicos en EEUU traficaban con personas y abusaban de niños en pizzerías); Qanon (el ‘estado profundo’ contra los republicanos que con elementos de pedofilia y algún disparate más culminó con el asalto al capitolio en 2021), las vacunas (movimientos desarrollados sobre todo durante la pandemia y que defendía que las Vacunas que producen autismo o beber lejía cura enfermedades); o los Chemtrails (las estelas de los aviones contienen elementos químicos que controlan el clima para dominar a la humanidad).

¿Quién no ha recibido o visto alguno de esos mensajes y se ha planteado su veracidad?

Los actores de la República han descubierto que si, por ejemplo, alguien pregunta por los efectos secundarios de la vacuna que le acaban de administrar le dan simplemente la respuesta, desconecta. Pero que si después de darle la respuesta le ‘sugieren’ un vídeo que dice que es posible que esa vacuna produzca autismo o que beber lejía previene de contagios, ese usuario permanece más en la página. Y si después de una sucesión eterna de ‘sugerencias’ generadas por el algoritmo acaba convencido de su veracidad, descubrirá que hay muchísima más gente convencida como él.  Y las multitudes en línea actúan como bandadas de pájaros. Cada vez son más los estudios que sugieren que el comportamiento humano en las redes sociales es sorprendentemente similar al comportamiento colectivo en la naturaleza. En un experimento, científicos de la universidad de Leeds, observaron que el grupo de personas estudiado exhibió un patrón de comportamiento muy similar al de una bandada, en donde, si el 5 por ciento de la bandada llegaba a cambiar de dirección, los demás harían lo mismo.

De ahí que esos actores de la República pongan pocas cortapisas a la libertad de expresión aunque esta supere los límites legales o éticos. Han comprobado que esos temas atraen más visitantes y más permanencia de estos en la República. Y ello genera más beneficios. 

Consecuencias

Lo que sucede en Internet no se queda en Internet, sino que sale de la pantalla y, como hemos visto, alcanza al mundo real. A menudo con consecuencias graves.

Llamados a declarar algunos de los máximos responsables de la República y bajo presión han aceptado en algunos casos hacer cambios para prevenir efectos indeseados, pero estos han sido muy menores. 

Por ejemplo Facebook contrató un puñado de supervisores de lo que se publicaba o Twitter en algún momento hacía aparecer un aviso que decía que según qué tweet podía no ser ‘fiable’. Pero eso fue todo. De hecho los ‘supervisores’ de Facebook, a pesar de acabar con patologías mentales graves por lo que veían todos los días y por las que fueron indemnizados, nunca pudieron con el volumen de posts que debían filtrar. Y resulta dudoso que el aviso de Twitter tuviera efecto alguno.

En ningún caso esas empresas modificaron sus algoritmos para evitar según qué contenidos que en muchos casos van contra la ley, sino parece que más bien lo contrario.

¿Pero tienen responsabilidad sobre lo que se publica en sus redes?: Imagínense que alguien cree el típico grupo de Whatsapp, Facebook o Telegram para poder en contacto a los padres del colegio o a los vecinos de la Comunidad de Propietarios. Si uno de los participantes manifiesta barbaridades en el grupo, como que el administrador de la comunidad abusa del jardinero de la finca o que los profesores roban a los alumnos, al margen de otras responsabilidades específicas, el administrador del grupo tiene la obligación legal de supervisar todos los mensajes y adoptar medidas. Y si un particular tiene esa obligación, ¿por qué no la plataforma que de forma activa y consciente guía hasta según qué contenidos?.

Sujetos a la Ley

Frente a los usuarios, la libertad en la República también tiene límites que llegan exactamente hasta que colisionan con los de otra persona. Y son comunes las decisiones de los tribunales limitando y protegiendo la libertad de expresión, el derecho al honor y la dignidad de terceros. Igual que son comunes las acciones legales contra actos de mal entendida libertad de expresión dirigidos a la calumnia, la pedofilia, la incitación a la violencia, el odio, la discriminación o actos de terrorismo entre otros.

Pero frente a los operadores de la República, las acciones no son tan habituales, pero hay cada día más. Baste con recordar el reciente cierre de X (antiguo Twitter) en Brasil por incumplir las leyes locales y hacer caso omiso a los requerimientos, o la detención del fundador de Telegram en Francia, dicen que simplemente por ‘falta de moderación’ en Telegram.

Creo que el mundo de internet (la República) es un grandísimo avance lleno de oportunidades, pero no es un universo paralelo con sus propias normas, aunque lo pretendan. Igual que el fútbol lo pretendía y nuestro héroe Jean Marc Bosman demostró ser falso.

La República Virtual del ‘Valley’ es sólo otra parte del mundo y están sujetos a las mismas leyes que el resto, porque la ausencia de reglas solo lleva al caos (link recomendación de lectura).Y al margen de lo efectivas, apropiadas o actualizadas que estén leyes, el ordenamiento jurídico es tremendamente amplio y cubre la inmensa mayoría de las relaciones sociales y son aplicables también al mundo virtual. Sólo hay que encontrar la norma y la interpretación adecuada para proteger cada derecho individual, sea cual sea. Y para eso estamos los abogados.

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