abril 6, 2009

Estación de Penitencia e Impuesto de Sociedades

Es la Semana Santa tiempo de sacrificio, penitencia, ayuno y abstinencia.

Y son nuestros sabios gobernantes los que en bien del alma de los contribuyentes, en este tiempo de recogimiento, realizan estos esfuerzos para que los empresarios cumplan con estos deberes que limpian su alma (y otras cosas).

Para ello, nuestro bien amado servicio recaudador ha modificado el impreso del Impuesto de Sociedades y, cambiando sus reglas, proporciona al empresario en esta Semana Santa:

V      Sacrificio: Porque exige muy numerosas nuevas formalidades, tales como el detalle de todas las Operaciones Vinculadas y sus sistemas y criterios de valoración o la aplicación por vez primera de las nuevas reformas contables.

V      Penitencia: Porque el cambio tiene carácter retroactivo y se aplica a un año ya cerrado como es 2008 al referirse la declaración que se presenta en este año 2009 y que se refiere a los ingresos de 2008.

Tocará casi rehacer o repasar la práctica totalidad de la contabilidad de todo el 2008.

V      Abstinencia: Porque nuestros gobernantes, evitando esa fuente de pecado que es la Seguridad Jurídica, hasta la fecha de hoy se han abstenido de mancillar el BOE con estos cambios. Cambios que se esperaban para el próximo año (2010) y para los que las empresas no han podido llevar a cabo sus adaptaciones (vea el borrador del nuevo impreso 200).

V      Ayuno: Porque con la que está cayendo y con lo que se le ‘simplifica’ la vida, el trabajo y la financiación, será raro el empresario que pueda mantener ese pernicioso vicio que es comer todos los días.

V      Recogimiento: Porque con todo ello, entre el trabajo y los costes añadidos, será también raro el empresario que pueda salir de casa.

Y todo ello incidiendo –como siempre debe ser−, sobre los más pobres. Serán las PYMES las que tendrán más problemas al tener que adaptar o revisar TODA la contabilidad del año 2008 al nuevo sistema y no tener en su mayoría medios para tal adaptación.

¡Demos gracias!, porque gracias a la innata sabiduría y la altura moral de nuestros gobernantes, el empresario ganará el cielo de los justos.

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