marzo 26, 2009

El Mercado Único… Español

“¡¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!!”.

Tal vez sería este un buen principio para este post si yo no hubiera nacido un mes tarde y no perteneciera a una generación por lo general más pragmática (o escéptica) que la que lo gritaba.

Pero empecemos por un principio que esto se parezca más a lo que es –un blog de contenido jurídico-empresarial– que a un manifiesto revolucionario.

Las soluciones a la crisis –al margen de la discusión sobre si la crisis es coyuntural o estructural, o si hacen falta medidas estructurales o de cambio de sistema productivo– son tan diversas, imaginativas y variopintas como quien las plantea:

         Los empresarios defienden la rebaja de impuestos, la rebaja de las cotizaciones sociales y la “flexibilización del despido” (ya sea esta flexibilización rebajándolo o creando nuevos modelos de contrato que permitan un despido más barato).

         Algunos sectores concretos exigen inyecciones directas de capital (financiero, construcción, automoción, etc)

         Los ‘renovables’ entienden que la salida de la crisis está en llenar la meseta de espejos mirando al sol.

         Los sufridos autónomos y PYMES exigen acceso al crédito (aunque no desdeñarán cualquier ‘salvavidas’).

         Los sufridos trabajadores –que se van quedando poco a poco en paro– exigen por su parte los subsidios a los que tienen derecho y otras políticas sociales complementarias.

         Nuestros gobernantes (estatales), esperando a que despeje, defienden la intervención estatal y el gasto público y reparten el dinero de los impuestos presentes o futuros mediante la estudiada fórmula de tirarlo al aire a ver donde cae (…siempre que caiga siempre junto a un enorme cartel).

         Nuestros gobernantes (locales) promueven la actividad económica mediante la colocación de semáforos, la construcción de piscinas climatizadas o la reforma de bares en espacios públicos –siempre junto a los mismos enormes carteles– para el mayor bienestar de sus vecinos… o de quien sea (vea aquí lo variopinto de las inversiones).

         Nuestros gobernantes (autonómicos) confían –además de en las más diversas políticas iluminadas por sus numerosísimos y sabios consejeros– en el empleo público y en la creación de enormes estructuras burocráticas… Y debe funcionar, porque la región que se dice que está sufriendo menos la crisis es Extremadura, que con un 8,35% de la población total y casi un 30% de la población activa en el sector público, se sienten más seguros de que conservarán su empleo y tampoco han dejado de consumir. Aunque habrá que ver si los dos que trabajan siguen estando de acuerdo en un futuro en dar de comer al tercero.

         Los sindicatos piden… no lo sé. Probablemente, sus subvenciones.

         Y cada experto de tertulia radiofónica o televisiva tiene sus propias, fundamentadas y eficientes soluciones.

No soy yo, humilde jurista, quien para decidir cual o cuales de estas variadas soluciones es la mejor, pero sí que puedo aportar mi pequeña propuesta –tan utópica como el comienzo de este post– : ¿Qué tal una “reforma estructural” consistente en la creación del Mercado Único Español?.

¿No sería más fácil que cualquier empresa pudiera establecerse y vender sus productos en cualquier lugar del territorio español sin más requisitos que los que se le han exigido en su ciudad de origen?.  ¿No aumentaría ello la productividad y competitividad de la empresa?. ¿No abarataría esto los productos que llegan a los consumidores?. ¿No fomentaría este “Mercado Único” la actividad económica y el empleo?.

Soy consciente de la utopía que supone que –en pro del bienestar general– los Señores Locales renuncien al poder que les permiten autorizar bajo condiciones propias y exclusivas cosas que sus Señores Locales vecinos también han exigido antes bajo las mismas condiciones propias y exclusivas con otros formularios y en distinta forma y apariencia. Porque, ‘¿qué es el bienestar general comparado con el poder que ejerzo en mi Feudo?’

De momento, me temo que los que nos dedicamos a crear estructuras de negocios jurídicamente eficientes, deberemos seguir teniendo en cuenta como factor absolutamente trascendental el poder que ejercen estos Señores Locales en sus distintos Feudos.

Aunque –y concluyo a mi pesar con el mismo tono revolucionario con el que empecé–  ¿no sería bonito acabar con las fronteras?

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